El Gran Libro de la Educadora

Apenas ve la luz, el niño, por si solo, inicia su aprendizaje. Aprende a través de sensaciones: cuando tiene hambre, cuando siente frío o calor y cuando algo le incomoda; aprende la ternura de una caricia o lo tranquilizante que puede ser una voz amorosa.


Sin embargo, llega el momento en que ese aprendizaje tiene que ser reforzado y desarrollado mediante una enseñanza que se adapte a su edad. Esta enseñanza emana, en primer lugar, de los padres y después de la educadora o la maestra de preescolar.

A ellas, la maestra de preescolar, la educadora y la asistente de la educadora está dedicado el presente material.



El primer capítulo trata de las escalas de evolución en el niño desde el nacimiento hasta los seis años, y de las destrezas y habilidades que pueden desarrollar tanto cualitativa como cuantitativamente.

El segundo capítulo está integrado por una serie de hermosos poemas, con los que se enseñará el ritmo de las palabras, la cadencia de los versos y la armonía de las rimas.

Luego viene una colección divertida de adivinanzas; con ellas, el niño despertará su ingenio y enriquecerá su sentido de lógica.



El cuarto capítulo está dedicado a los trabalenguas, con los que ejercitará la comunicación hablada mediante una adecuada pronunciación de las palabras.

Para incrementar la motricidad fina, el quinto capítulo ofrece una serie de ejemplos con los que el niño podrá realizar trabajos manuales; así, coloreando, pegando, armando y recortando, se incrementarán sus cualidades de observación, atención y concentración.

El sexto capítulo trata de matemáticas, y está estructurado no precisamente para que el niño resuelva ejercicios aritméticos, sino para que capte y comprenda el concepto matemático.



Enseguida se encuentra un capítulo dedicado a los cuentos, se ha incluido para desarrollar la imaginación y, con ello, el gusto por la lectura.

El capítulo de fábulas y leyendas, alimenta la fantasía infantil y fortalece la capacidad de asombro.

El último capítulo es una colección de canciones y rondas, con las que, además de educar el oído, el niño recibirá la bienvenida para que despierte al maravilloso mundo de la música.

Cada uno de los capítulos están dosificados para impartirse al niño desde los tres a los seis años, sin embargo, es conveniente que está dosificación tenga elasticidad suficiente para adecuarse al niño no tanto por su edad cronológica sino por su grado de madurez intelectual.


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